Cien años de dignidad

 


La distancia que separa la gloria del olvido y los homenajes de las acusaciones es conseguir la victoria. Quienes logran imponer sus tesis escriben la historia, mientras que sobre los derrotados caen los estigmas. Francisco Martínez López, El Quico, acude a cuantos actos es invitado para levantar la bandera de quienes no se resignaron después del golpe de estado franquista, y combate el silencio y la deformación histórica de la lucha que protagonizaron. Mientras que para referirse a los guerrilleros siguen usándose términos como bandoleros o asesinos, los adjetivos son bien distintos cuando se cita a los partisanos que se enfrentaron a Hitler.

Nosotros fuimos doblemente derrotados: militarmente y por no haber sido reconocidos por las fuerzas en las cuales se simbolizaba nuestra lucha: el PSOE y el PCE. El Quico sigue denunciando lo que considera una traición del Partido Comunista de España, cuando quiso hacerse con el control de la guerrilla, sin importarle acabar con aquellos que se opusieron; y la de este partido y el PSOE, por haber apoyado la Transición. La derogación de la Justicia Universal, decidida por un gobierno del Partido Popular (PP), es su blindaje, denuncia.

 

Vilagarcía, 3 de octubre de 2025

10.20 horas

El tren llega puntual, las nubes que cubren el cielo no anuncian lluvia y el vagón está medio vacío. Acabo de salir de Vilagarcía. Un rebaño de ovejas pasta en una finca amplia y cerrada por un grueso muro de piedra, enclavada en una propiedad en la que llama la atención un pazo, aristocrático en otros tiempos, y escenario hoy de convenciones, bodas y fiestas en las que corre el alcohol y la cocaína.

Atrás queda Catoira, con su estación medio abandonada y convertida en un apeadero ocasional, su restaurante Casa Emilio cerrado, como antes habían cerrado sus puertas el cine y la capilla dedicada a san José Obrero, la marca blanca izquierdista usada por la iglesia Católica para ampliar su rebaño de fieles y contribuyentes.

Y sus Torres de Oeste, un imponente conjunto defensivo que ordenó construir un obispo para impedir el paso de los vikingos hacia Compostela siguiendo el curso del río Ulla, cuyo entorno quedó completamente destrozado en la recta final de la década de los 70 del siglo XX por la construcción de un puente que parchean periódicamente las administraciones públicas y nadie se atreve a plantear la opción de buscarle otro emplazamiento menos dañino visualmente.

 

Casa de Cabañas Raras donde nació El Quico y sirvió de apoyo a la guerrila

UNA INFANCIA REPUBLICANA

El Quico nació el 3 de abril de 1925 en Cabañas Raras (El Bierzo-León), un pueblo habitado por unos mil vecinos, protegido al norte y al oeste por las montañas de la cadena cantábrica y los montes de O Ancares, y en su fachada sur realiza esta función la cadena montañosa de La Cabrera.

Cuando vino al mundo, la minería del carbón (en Fabero, Bembibre y Villablino, entre otras explotaciones), y la agricultura y la ganadería eran las fuentes de sustento. Esta combinación forjó un proletariado cuyas señas de identidad no eran las tradicionales que definen a quienes solo disponen de las manos para salir adelante. Sin embargo, la solidaridad era un valor muy enraizado en estas poblaciones.

Su padre, Daniel Martínez del Río, tuvo que emigrar cuanto tenía catorce años, acompañado de su abuelo, y  el destino de ambos fue Bilbao, donde trabajó en los Altos Hornos y se afilió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE). A su regreso a El Bierzo, en 1923, contribuyó en la puesta en marcha de una agrupación socialista. En Cabañas Raras se casó con quien sería su madre, Obdulia López Marqués, una mujer con una fuerte personalidad.

Con apenas seis años, participó del entusiasmo colectivo derivado de la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, y sufrió la primera decepción porque los logros quedaban muy lejos de las expectativas creadas. A pesar de su corta edad, la influencia de sus padres hizo que se sintiese implicado en la huelga revolucionaria de octubre de 1934, convocada en Asturias y en la región minera de León.

En la campaña electoral de 1936 ya pegaba carteles, y de este tiempo le quedó grabada la imagen de su madre al frente de un grupo de mujeres  republicanas enfrentándose a otras de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), y su papel protagonista organizando comités de ayuda a los mineros o reclamando la amnistía para aquellos que habían sido detenidos con motivo de las huelgas de 1934.

Su tío Amador lo llevó en bicicleta hasta Ponferrada para participar en la manifestación del Primero de Mayo de 1936. La bandera roja se convirtió en su símbolo y esta experiencia fue su bautismo como militante cuando tenía once años. Convenció a sus padres para que le comprasen una camisa roja que esperaba estrenar el 26 de julio, festividad de santa Ana en el pueblo, pero el golpe de estado fascista truncó sus planes.

La resistencia en Ponferrada duró dos días y el terror se instaló en El Bierzo. Bandas de falangistas imponían el nuevo orden mediante multas, palizas, asesinatos, la quema de propiedades o el pillaje. Una radio que guardaba un republicano en un molino les permitió estar al día de los acontecimientos a través de las emisiones en español desde París, Moscú o Londres. Cayó Asturias en 1937, pero no por eso se resignaron y un grupo de vecinos se organizó en La Cabrera para resistir. Al frente se encontraban los hermanos Girón (Manuel y Pepe). Poco o nada sabía entonces de aquel movimiento en el que acabaría integrándose.

 

Compostela, 10.39 horas

Maletas, mochilas, peregrinos y conchas de vieira. Es posible que no sepan donde está situada Galicia, pero en cualquier país podrían ubicar a Compostela en el mapa. Los mercaderes del templo hacen caja. El consabido trajín para acomodarse. Los edificios que flanquean el camino de hierro dejan paso a enormes masas de eucaliptos, un árbol que hace ochenta años era exótico y hoy es una plaga y un gran negocio.

El caballo de hierro cabalga hacia el centro de Galicia por un país en el que se mezclan los talleres con las viviendas, las edificaciones comunitarias, las naves industriales y las explotaciones ganaderas. Con la justificación de ordenar el territorio otorgan cientos de millones de euros en subvenciones públicas desde hace varias décadas y el caos permanece.

La velocidad alcanza los 267 kilómetros a las altura del el río Ulla, por lo que conviene hacer un alto (metafóricamente hablando, naturalmente). Podemos imaginar el islote, los profundos meandros y los altos acantilados incrustados entre las rocas que el agua abre en canal, creando un desfiladero en la parroquia de Gundián sobre el que cruzan los trenes, construyendo una imagen impresionante, grandiosa y única.

La garganta de cuarzo, de 86 metros de caída vertical, de los que 50 son de roca, fue salvada por medio de un puente de 216 de largo, cuyas obras de construcción finalizaron en el año 1956. Las crónicas hablan de esta esbelta obra de ingeniería, amparada en unos pilares de 116 metros, que no solapa el nuevo viaducto construido para abrir el camino al paso del Tren de Alta Velocidad. No destinan las crónicas ni un solo renglón a los obreros muertos y heridos. Nada sabemos de los accidentes laborales.

En el paraíso de las pantallas marca el contrapunto un viajero que lee La verdad sobre el caso Harry Quebert, un libro de Joël Dicker en el que abundan las mujeres busconas, los policías que comparten sus investigaciones con espontáneos y escritores que llenan cientos de páginas envueltos en crímenes, incendios e intentos de agresión. Y aún tienen tiempo para hacer deporte. Siempre creí que para escribir un libro la primera exigencia es pegar el culo a la silla durante horas y horas.

 

Guerrilleros de León-Galicia. Arriba, de izquierda a derecha: Guillermo y Mario Morán García, Evaristo González Perez, Rocesvinto; abajo Arcadio Ríos (derecha) y Alberto Macías, El Liebre 

UN COMPROMISO IRREVERSIBLE

Los hijos de los rojos se convirtieron en sospechosos. En 1943, El Quico buscó trabajo y con 17 años comenzó su vida laboral en la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), que controlaba toda la producción minera de El Bierzo y Laciana. (Un año antes se había celebrado en los montes de Ferradillo el  congreso fundacional de la Federación de Guerrillas de León-Galicia). Cargó vagones hasta que le abrieron las puertas del laboratorio químico que tenía en Ponferrada.

La mayor parte de los trabajadores eran antifranquistas y ese mismo año se incorporó a la plantilla un grupo de asturianos que habían quedado en libertad después de verse obligados a trabajar en la extracción de wolframio en Silleda (Pontevedra). Conoció a algunos guerrilleros y a destacados militantes del PSOE y el Partido Comunista de España (PCE). Eduardo Iglesias resultó determinante en su decisión de afiliarse al PCE.

La guerrilla protagonizó sabotajes contra trenes, centrales hidroeléctricas, minas y centros industriales, además de desarmar a falangistas y realizar una labor de concienciación que contaba con el respaldo de los vecinos de los pueblos donde actuaba. Así tejió una amplia red de enlaces y de casas en las que encontraban protección, tanto en La Cabrera como en El Bierzo y en otros lugares de la provincia de León, Zamora y Ourense.

Pero también pagaron con sus vidas, como sucedió el Columbrianos, donde la Guardia Civil acabó con la vida de cinco luchadores; o en Ponferrada, donde un falangista abatió a un guerrillero a sangre fría y después paseó el cadáver en su caballo. La víctima se llamaba Ángel y era de Camponaraya. El Quico dejó su puesto de trabajo para avisarlo de que tres policías venían a por él. No valió de nada porque la fatalidad quiso que, tras haberlos evitado, se cruzase con un asesino que se jactó de haber cazado un rojo.  

Lejos de hacerlo retroceder, el terror impulsó su deseo de colaborar con la guerrilla que, junto con el PCE, llamó a la huelga en 1947 y a sabotear la actividad minera. Se sucedieron las detenciones y las torturas, y el 22 de septiembre de ese año logró escapar de una emboscada. El día siguiente se integró en la guerrilla con todas las consecuencias.

 

Ourense, 11.23 horas

De nuevo el alboroto. Nadie se baja. Madrid es un potente imán capaz de succionar desde varios cientos de kilómetros. Todos se rinden a la velocidad, hay que llegar una hora antes, reclaman los nacionalistas centralistas y los nacionalistas periféricos, aunque sea a costa de dejar aisladas cientos de poblaciones y a miles de personas. Destierros, excavadoras arañando la tierra, procesión de camiones transportando áridos, paisajes desmantelados, corrientes de agua desviadas, refugios de la fauna destruidos. Imágenes desoladoras. Contaminación.

La estación nos dejó la habitual estampa de naves cuyas puertas parecen permanecer cerradas desde hace varios años, o varias décadas, y máquinas ancladas en vías oxidadas y cubiertas por la hierba. El sol se hace un hueco entre las nubes en el tránsito hacia la llanura.

En medio de la nada el tren hace un alto, estamos en A Gudiña, una estación que figura en la pira de los sacrificios que exige el dios de la velocidad. 259 kilómetros por hora, 262, 264, 266, 268, 271, 272, 274, 277, 284, 291, 296 ¡303 kilómetros por hora!  Todavía no es suficiente. Todo es poco.

Desde la lejanía pueden verse enormes manchas negruzcas, son las heridas abiertas por el fuego. El cambio climático, la mecanización de las faenas agrícolas y forestales, los meteoros y el abandono del rural, inducido por aquellos que quieren eliminar los últimos focos de soberanía alimentaria y destinarlo a proyectos de extracción minera o parques eólicos... Varios factores están en el origen de este desastre anual, pero es más fácil recurrir a un argumento emocional que intelectual, de ahí que se imponga el discurso de los pirómanos terroristas. Terrorismo es un término cuyo significado cambia en función de las coyunturas políticas y sociales. Es un comodín. La lucha contra el terrorismo todo lo justifica.  

 

Daniel Martínez del Río y Obdulia López Marqués, padres de El Quico

UN MOMENTO BISAGRA

A las puertas de una taberna de Flores de Sil cosieron a balazos a Antonio Gutiérrez, mientras que a Carmen, la novia de otro guerrillero, la encerraron durante un año y después la abandonaron cerca de Ponferrada, muerta, embarazada y desfigurada por la tortura. También mataron al médico de Os Ancares, de quien sospechaban que ayudaba a los que combatían contra el franquismo.

Atrás quedaba su relación sentimental con Isabelita y la banda de música de la que formaba parte, en la que tocaba la bandurria. Tenía entonces veintidós años y se dejó crecer el bigote para que aquellos que no lo conocían dejasen de tratarlo como si fuese un chaval.

Se pusieron en marcha hacia Chavaga, en Monforte, pasando por Freixido, Montefurado y Figueiredo, donde un individuo actuó como delator para evitar el castigo por haber degollado a su mujer, aunque no consiguió lo que se proponía porque lograron evitar el cerco. Los vecinos fueron deportados a Ourense y torturados como venganza.

La finalidad de aquel viaje era participar en un congreso en el que quedaron marcadas la estrategia y la organización, con la confianza de que tras la derrota de Alemania e Italia en la II Guerra Mundial se articularía una acción conjunta de las democracias europeas para acabar con el franquismo. Retornaron a León siguiendo un itinerario que pasaba por Ferixido, Vilamartín de Valdeorras, O Barco de Valdeorras, Vilafranca y Cacabelos. Días de lluvia y nieve, hambre y mojaduras. En Arnado de la Montaña escaparon de una encerrona de la Guardia Civil.

 

Puebla de Sanabria, 12.21 horas

Adiós a Galicia, adiós a los eucaliptos, ahora se extienden ante la vista superficies doradas en las que contrastan grandes manchones de color verde en los que despuntan las encinas. Los chillidos de un niño son como limón ácido que rompe el silencio de la mañana, las paredes de las tajeas dejan al descubierto una tierra rojiza.

Líneas de alta tensión, embalses y privatización del agua, que debería ser considerada un derecho universal y no un recurso comercial.  

Las gentes que pueden abandonan sus hogares desnudas, semidesnudas y sin pertenencias; y aterrorizadas huyen de la muerte buscando el campanario, los tejados, las copas de los árboles y la altura de los peñascos que, por suerte, abundan por doquier en Ribadelago. En uno y otro barrio los supervivientes se desgañitan gritando a los demás que se salven; al tiempo que sienten cómo se derrumban o desaparecen tras de sí, o en torno suyo, viviendas y edificios. Son momentos críticos, angustiosos, en los que la desesperación humana se entremezcla con los espeluznantes bramidos y balidos de cientos de animales que permanecen atrapados en las cuadras.

Así narra José Antonio García Díez, en su libro Tragedia de Vega de Tera, quince minutos en los un torrente de ocho millones de metros cúbicos de agua engulló la aldea  y se llevó la vida de 144 personas. Eran las 00:24 del 9 de enero de 1959. La presa de Vega de Tera, en la comarca de Sanabria, acababa de reventar. Franco no pisó este pueblo. Tampoco Juan Carlos I ni Felipe VI. El dictador bautizó el nuevo poblado, construido 500 metros más arriba, con el nombre de Ribadelago de Franco, y así se llamó hasta septiembre de 2018, cuando, aplicando la Ley de Memoria Histórica, fue denominado Ribadelago Nuevo.

Empresas que se beneficiaron del trabajo esclavo de los presos controlan este sector. Son el resultado de una cadena de fusiones, y  bastaría con desandar el camino seguido hasta el Ibex 35 para encontrarse con la calavera del fascismo. Patrocinan competiciones deportivas y acciones para salvar el planeta en una operación de blanqueamiento de su imagen en la que contribuyen las entidades que aceptan su dinero manchado de sangre.

 

Reunión del Comité del PCE en Francia. De izquierda a derecha: José Lasa, Tomás, Pérez-Roberto Sancho, Francisco Martínez López, Pablo Álvarez, Romero Martín y Carmen Maruhenda  

ENTRE LA IMPLANTACIÓN Y LA REPRESIÓN

La zona que les fue asignada abarcaba desde Bembibre hasta Maragatos y Las Omañas. Formaban la agrupación comunistas y socialistas y seguían sintiendo la cercanía de la Guardia Civil, que respondió torturando a los vecinos tras los enfrentamientos que mantuvieron los guerrilleros con los uniformados en Valle y San Justo. Tras la hecatombe sufrida, asumieron que Bembibre era una tierra quemada.

Se reorganizaron de nuevo con la expectativa de que su acción ayudase a estimular el combate contra el franquismo, porque estaban convencidos de que miles de demócratas los respaldaban, pero la represión no cedía y se multiplicó cuando el comandante de la Guardia Civil Miguel Arricivita Vitondo llegó a Ponferrada, entre 1946 y 1947. Un año después, algunos compañeros buscaron refugio en Francia.

Detuvieron a su padre y lo obligaron a pelear con un compañero antes de aplicarle las torturas habituales (la bañera y la placa eléctrica en los pies y los genitales), de las que fue testigo obligado su madre. 1949 fue un año horrible: las ametralladoras los aguardaban la noche que llegaron a Ocero. Murieron dos compañeros y otros dos sufrieron heridas; él, en un brazo. En Cabañas Raras fueron quince los vecinos arrestados.

Desde allí trataron de ponerse en contacto con Consuelo Rodríguez López, Chelo, que esperaba en Madrid a que le llevasen el dinero necesario para pagar el enlace que la habría de guiar hasta Francia. Hija de padres fusilados, La Chelo, había perdido a sus tres hermanos y había visto morir a Arcadio Ríos, su marido de guerrilla, como ella le llamaba, asesinado en 1946 en las montañas de Casaio. Con la muerte de Alfonso, en Ocero, perdía a su cuarto hermano y sólo le quedaba una hermana, Antonia, la compañera de otro guerrillero, César Ríos, que se había marchado a Francia. La ayudaron a dejar Madrid sin comunicarle la muerte de Alfonso, y Delia fue la encargada de entregarle el dinero en Madrid. Una misión que llevó a cabo con sólo catorce años. 

 

Zamora, 12.54 horas

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Grasas saturadas, azúcar y envoltorios de plástico. Más recaudación. Los mismos gobiernos que animan a la población a mantener hábitos alimenticios saludables patrocinan su envenenamiento.

Taco Bell, El Corte Chino, el voraz mercado global llama a las puertas de la ciudad y resulta imposible abstraerse de esta tendencia, que es como una bola de nieve cuyo diámetro aumenta a medida que se desliza cuesta abajo por la falda de la montaña. Ni siquiera la visión de las iglesias estilizadas, despuntando por encima de grupos de viviendas, permite abstraerse. El dios todopoderoso todo lo ve. Nadie por encima.

Un pasajero lee El rey recibe, una novela que nos traslada a la Barcelona de 1968, año en el que un periodista novato recibe el encargo de cubrir la boda de un príncipe en el exilio con una señorita de la alta sociedad. Coincidencias y malentendidos lo llevan a trabar amistad con el príncipe. La obra de Eduardo Mendoza revienta las costuras de una Catalunya que se debate entre el cosmopolitismo y el enclaustramiento nacionalista.

La ausencia se montañas provoca la sensación de que el cielo está más alto y permite una visión panorámica. El tren hace un alto en Medina del Campo. Los linderos de las fincas parecen haber sido trazados con escuadra y cartabón. Camino de Segovia el secano va dejando espacio a los pinares.

Antonio Machado llegó a Segovia en 1919, en esta ciudad se encontraba el 14 de abril de 1931 y fue el encargado de izar la bandera republicana en el balcón del ayuntamiento. Camino de exilio, cruzó la frontera con Francia en Port Bou para fallecer poco después en Colliure. Imposible no evocar el aquellos poemas interiorizados en la escuela infantil. Ocho décadas después, los mismos nubarrones en el horizonte.

 


De arriba a abajo: Manuel Zapico Terente, Francisco Martínez López y otro trabajador en una obra en construcción en el año 1955

EN LA CABRERA CON GIRÓN

La reunión de la II Agrupación se celebró en Os Alvaredos (Lugo). Le tocó quedar en La Cabrera, al lado de Manuel Girón y de otros compañeros. Mientras cicatrizaba la herida en el brazo participó en varios desplazamientos que sirvieron para extender las redes de apoyo en las poblaciones fronterizas con la provincia de Ourense, entre cuyos integrantes figuraban los sacerdotes de Encinedo, Carracedo, Cabanas, Cubela (asesinado por una brigada), Pombriego y Robledo.

Creo que nunca se valorará lo suficiente la calidad humana y la valentía de Girón, el guerrillero más antiguo y experimentado, lideró que se forjase la unidad entre las distintas tendencias de la guerrilla de Galicia y León. Para nuestros enemigos era un hombre temerario, mientras que nosotros era un símbolo de la fraternidad, la persona que encarnaba los valores por los que combatíamos, subraya El Quico

Pero la reunión de la II Agrupación puso de relieve un problema muy grave, el que provocó la determinación del PCE de organizarla siguiendo la disciplina militar, una decisión que fue rechazada de plano por no pocos compañeros, víctimas del garrote vil, como Benigno Andrade, Foucellas, José Gómez Gayoso o Antonio Seoane Ramos. El dogmatismo comunista también le costó la vida a Manuel Cardeña, un hombre que había combatido en Madrid, fue condenado a muerte y después a trabajos forzados en la mina, de la que huyó para unirse a la guerrilla.

Víctor García García, El Brasileiro, fue asesinado en febrero del año 1948 en Silleda (Pontevedra). Un enlace del PCE llamó a la puerta de una casa de Vigo. La franqueó María de los Ángeles Fernández Roces, Gelina, a quien le comunicó que su esposo había muerto. No le dio más información. Su calculada discreción buscaba un objetivo: que atribuyese su fallecimiento a la Guardia Civil, cuando la orden había salido del PCE, ante su negativa a abandonar la guerrilla.

Nacido en Quirós (Asturias), el 20 de septiembre de 1908, emigró con 16 años a Brasil, junto a sus dos hermanos y sus padres, donde se afilió al Partido Comunista. Fue deportado a España en 1933, participó en la Revolución de Asturias en 1934. Fue detenido e internado en tres cárceles: la Modelo (Oviedo), en El Dueso (Cantabria) y en la de Pamplona, antes de ser juzgado, condenado y encerrado en la de Burgos. Pudo volver a la calle tras el triunfo del Frente Popular, en 1936, tras haber sido amnistiado.

Defendió la República contra el levantamiento fascista como comisario de las Brigadas Internacionales en el Frente Norte y en Catalunya. En algún lugar del frente conoció a Gelina, miliciana e hija de un minero. Se casaron el 28 de junio de 1937.

Tras la hora la derrota y una breve estancia en Francia, la Internacional Comunista le encomendó la reorganización del partido y la creación de la guerrilla. Su base quedó establecida en Oporto y en varias localidades de Ourense fronterizas con Portugal. El Brasileño contribuyó a crear un batallón en el que se integraron cientos de combatientes.

En España fue detenido, pero la Policía no logró identificarlo y consiguió huir de la prisión. Víctor García García fue nombrado secretario general del Partido Comunista de Galicia en las minas de Fontao (Silleda), donde miles de prisioneros extraían wolframio destinado al ejército de Adolf Hitler.

El Brasileiro se mantuvo fiel al líder del partido,  Jesús Monzón, un navarro defenestrado por Santiago Carrillo, que había ordenado la disolución de la guerrilla. Gelina se ganaba la vida vendiendo jabón por las calles, ocupación que compaginaba con la de sirvienta en la vivienda de un médico, hasta que se presentó en su casa un enviado del PCE anunciando la muerte de su marido con una fórmula impersonal y escueta.

Idéntico destino aguardaba a otros resistentes, como Ceferino Álvarez, Bailarín, los hermanos Díaz; Francisco Corredor Serrano, El Gafas; Francisco Blas Aguado, Pedro, o Juan Ramón Delicado González, todos ellos eliminados por haberse negado a ceder ante la imposición de un modelo de organización totalitaria.

En el invierno de 1949 el grupo de guerrilleros, al que pertenecía El Quico, rompió las relaciones con aquellos que querían abandonar las armas, y por esa razón tuvieron que estar pendientes de dos frentes: la Guardia Civil y quienes habían sido sus compañeros y ahora controlaban con mano de hierro el Ejército Guerrillero de Galicia. Manuel Fernández Soto, el Coronel Benito, estaba al mando.

 

Madrid, 14.26 horas

Casi nadie aguarda a que el tren se detenga; y cuando lo hace, los pasillos de los vagones están repletos de pasajeros. Todos tienen prisa y aceleran su paso por el andén camino de las escaleras mecánicas y los ascensores. Arriba, en el distribuidor, centenares de personas miran una y otra vez las pantallas mientras aguardan su turno. Estamos en Chamartín, un barrio que tiene una sonoridad especial para los aficionados al fútbol porque fue el nombre del campo de fútbol del Real Madrid hasta el año 1947.

Pero antes de que se produjese el cambio, este campo de fútbol también fue un campo de concentración en el que los franquistas recluyeron a entre quince mil y veinte mil presos, que tuvieron que convivir con pulgas y piojos en un entorno húmedo y frío. Chamartín es una cicatriz de la guerra, además de ser un elegante barrio residencial con tiendas exclusivas, anchas avenidas y frondosos bosques,  proclaman los juglares del poder.

No incluyen referencia alguna al Chamartín que figura en el mapa de la geografía del terror, como sucede con la Ciudad Universitaria, el Parque del Oeste, el Parque Histórico del Jarama, la Casa de Campo o el Arco de la Victorias, entre otros muchos escenarios.

Alguien dijo que en España das una patada a una piedra y debajo puedes encontrarte con el cadáver de un republicano. Teniendo en cuenta que son más de cien mil las víctimas que siguen bajo tierra en cualquier rincón de este país, no sería descabellado afirmar que en el largo túnel que enfila el tren camino de Alicante pudieran encontrarse restos de decenas o centenares.  O bajo las naves de los polígonos industriales que quedan a la vista cuando concluye el periplo subterráneo.

Ondulaciones suaves del terreno y amplias llanuras donde se cultiva el girasol, las lentejas y los guisantes, donde huele a lavanda. Estamos en la provincia de Cuenca, cuya población hizo frente a los golpistas del 36 y fue bombardeada desde el aire por la Legión Cóndor alemana, como le sucedió también en Albacete por el mismo motivo. Crece el trigo y la avena, el arroz y el pistacho, el almendro y la vid. La planicie deja ver al fondo escarpadas cordilleras y sierras recortadas en el horizonte en cuyas cumbres despuntan las siluetas de los castillos.

 

Consuelo Rodríguez López, Chelo, en 2003

UNA GUERRILLA AMENAZADA

El tránsito hacia el año 1950 los encontró en La Cabrera. La policía sembraba el terror y fomentaba las traiciones. Retornaron a El Bierzo y enfilaron de nuevo a La Cabrera, continuando la ruta por Galicia, donde tuvieron que enfrentarse a la policía portuguesa, para retornar a La Cabrera entre septiembre de 1950 y enero de 1951, y dirigirse de nuevo a El Bierzo, pero en El Vaíllo los rodeó la Guardia Civil.

Para hacerlos salir de los lugares donde se parapetaron, prendieron fuego a todas las casas que rodeaban la que les servía de refugio. Consiguieron romper de nuevo el cerco y el peso de la venganza cayó, de nuevo, sobre los vecinos. En abril se unió al grupo José Cañueto y nada hizo sospechar de sus intenciones, pero aprovechó la primera oportunidad que tuvo de quedar a solas con Girón para asesinarlo y secuestrar a Alida González, La Penca, su mujer. Sucedió el día 2 de mayo de 1951.

Para encubrir al traidor, Aricivita metió un cartucho de dinamita en la boca de un minero de Castrohinojo, Elías Álvarez Carrera, que le reventó la cara. A continuación, anunció que el muerto era José Cañueto (que había huido) y que a ambos había dado muerte a Girón, además de propagar el bulo de que Alida González y su hijo lo habían denunciado.

Estaban aislados y a la defensiva. No dejaban de escuchar que ya no había nada que hacer, y sin el apoyo del pueblo tuvieron que resignarse y preparar el repliegue. En septiembre de 1951 les llegó una propuesta que hacía viable el exilio en Francia y decidieron marchar sin que ninguna directriz del PCE influyese en su decisión.

 

Alacant, 17.40 horas

Seis minutos es el tiempo empleado en desplazarse desde la estación del tren de Alacant hasta la del tranvía, siguiendo la Avenida de Salamanca. El desplazamiento hasta El Campello discurre paralelo al mar: una playa inmensa y artificial. Todas son pocas en un país en el que 12%  del Producto Interior Bruto, alrededor de 190.000 millones de euros, depende del turismo. Pistas de tenis, campos de golf, canchas de baloncesto, jardines, carriles peatonales y cafeterías se suceden. 

En la Plaza 25 de Mayo se encuentra  el Mercado Central, y en una placa situada en su fachada puede leerse: El 25 de mayo de 1938 la ciudad de Alicante sufrió el bombardeo de la aviación fascista italiana con el resultado de más de 300 víctimas civiles. Esta plaza se dedica a su memoria. La guerra había dejado de ser un combate entre ejércitos y se inauguraba un nuevo tiempo en el que la población civil se convertía en la diana.

No había transcurrido un año, y los días 28 y 29 de marzo de 1939 se formaron largas caravanas por las carreteras de Madrid y Valencia. Miles de refugiados llenaron las calles de Alacant. En el puerto no había ningún barco, pero querían creer en la promesa de que arribarían. Ante la inminente llegada de las tropas franquistas se formó una junta para organizar el embarque. Pudieron concentrarse entre 12000 y 25000. Pero pasaban las horas, las fuerzas fallaban y los ánimos se iban hundiendo.

Mientras, llegaban a Alacant las primeras unidades de la División Littorio. Resistir o entregarse era el único dilema. Convertir el puerto en una zona neutral, con un estatuto de extraterritorialidad en espera de la llegada de los barcos que supuestamente habría sido aceptada por las autoridades franquistas, era la última opción y también otra vana ilusión. A mediodía del 31 vieron las siluetas de dos barcos aproximarse, pero pronto identifican en la proa de uno de ellos la bandera  rojigualda.

A las 18.00 horas comenzaron a salir en largas filas los republicanos del puerto. Cacheados y despojados de sus pertenencias, fueron conducidos hasta un campo de concentración improvisado al aire libre en las laderas de la Serra Grossa. Allí se hicieron cargo de ellos los soldados italianos. A las 9.00 horas salían del recinto los últimos combatientes, concluyendo uno de los episodios más dramáticos vividos en la Guerra Civil.


De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Manuel Zapico Terente,  El Asturiano o Manolo; Francisco Martínez López, El Quico;  Pedro Juan Méndez, El Jalisco, y Silverio Yebra Granja, El Atravesado

EL EXILIO

El 14 de septiembre, a las 22.00 horas, Francisco Martínez López, El Quico; Silvero Yebra Granja, El Atravesado; Manuel Zapico Terente, El Asturiano, y Pedro Juan Méndez, El Jalisco, subieron a un taxi en Rioscuro con destino a Valladolid, pero el taxista los dejó en León. Cogieron otro, cuyo conductor los hizo bajar del vehículo a mitad de camino a las seis de la madrugada, por lo que utilizaron un autobús, en el que llegaron a Valladolid, donde les esperaba un enlace, y continuaron la marcha hasta Pamplona, usando para ello documentación falsa. Cuatro días tuvieron que esperar para cruzar la frontera, con los papeles en una mano y la otra en un bolsillo cerca de la pistola. Tras cuatro horas de marcha nocturna, siguiendo a un pasador, entraron en Aldudes, una localidad próxima a Bayona.

Se sentían libres, en la confianza de que en un plazo breve de tiempo regularizarían su situación como refugiados, y con esa intención viajaron a Bayona, donde entregaron sus armas a la Policía. Llegaron los interrogatorios, y al finalizar saltó la sorpresa cuando les preguntaron si estaban dispuestos a enrolarse en la Legión Extranjera que combatía (en retirada) en Indochina. Una negativa supondría su devolución a España, donde les esperaba el garrote vil.

Cinco horas de  diálogo e insultos no valieron de nada. Después de haberse jugado la vida por la democracia y la libertad, por nada del mundo iban a convertirse en peones del imperialismo francés, pero aceptaron que los llevasen a Marsella para embarcar con el objetivo de ganar tiempo y encontrar una salida.

Mientras, sus contactos en París pusieron en marcha una campaña informativa para denunciar la situación y de Marsella los llevaron a París, donde los encerraron en una prisión, de la que lograron huir: ahora eran delincuentes, comunistas y desertores de la Legión Extranjera. Volvieron a Marsella, y a finales de 1951 se convertían en exiliados gracias al trabajo realizado por el Servicio de Asistencia a los Refugiados de la ONU, la Liga de los Derechos del Hombre y unos pocos amigos. El PCE no movió un dedo para ayudarlos.

 

El Quico apaga las bengalas de la tarta en la celebración de su cumpleaños celebrada el día 3 de octubre de 2025 en El Campello

Biblioteca Municipal de El Campello

19.00 horas

Dos días después de haber cumplido un siglo, Francisco Martínez López, El Quico, habla ante más de un centenar de personas. Cien años de dignidad.

No me queda más que agradecer vuestra presencia y mostraros el afecto que tengo hacia todos vosotros. Vuestra presencia es el mejor balance que puedo hacer de mi trayectoria política y social. Yo no sería nadie sin la participación de miles y miles de compatriotas en la lucha por una sociedad mejor y por la libertad, que me empujó desde que era niño. Desde los nueve años, de una u otra forma, estuve siempre en este movimiento.

Trabajando en diferentes épocas, tengo el sentimiento que he cumplido con mi deber. El trabajo realizado no lo he realizado como Quico, aunque desde niño estuviese implicado en los servicios de información y después trabajase en Francia. Era la aplicación de mis convicciones.

He vuelto a España y, con más o menos público, he participado en miles de actos porque es mi obligación la transmisión de los valores de la República, lo que he vivido de niño y lo que me han aportado unas personas u otras. Un colectivo es el germen de la sociedad que lucha para superar las dificultades. He aportado lo que he recibido.

Quedan lazos de solidaridad, amistad y compromiso. Saludo a todos los que se han movilizado para organizarme este homenaje, que es un homenaje que yo hago a todos los que han aportado algo en la lucha. Es también una satisfacción porque tengo aquí a mi familia.

La gente se acomodaba a no tener memoria. Hoy, la Memoria Democrática está en las instituciones y es la consecuencia de los actos que hemos realizado. Sabemos que será presentada una proposición no de ley para instar al Parlamento a que reconozca el papel de los guerrilleros; ya hubo otras que no fueron aprobadas y no es solo el reconocimiento de los dos guerrilleros que quedamos, sino que es el reconocimiento de la lucha del pueblo español por la democracia.

Este homenaje es para todos los antifranquistas.

 

Imagen del homenaje a El Quico celebrado en la Biblioteca Municipal de El Campello el día 3 de octubre de 2025

(Los textos relacionados con la guerrilla figuran en el libro Caminos de resistencia, de Francisco Martínez López, El Quico, Ediciones El Boletín, al igual que las fotos en blanco y negro. El correspondiente al bombardeo de Alacant es de la Universidad de esta ciudad )

la sombra de los días
10/24/2025
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