Cuando intentaba recuperar un cadáver que
había quedado encajado en la cala de O Curro tirándole de un brazo, el otro le
cayó sobre su espalda, provocando un susto de muerte a un paisano de Camelle (A
Coruña) cuya intención posiblemente hubiera sido tratar de aprovecharse de la
desgracia ajena. Dicen que huyó del lugar con el corazón en la boca.
Tuvo más fortuna una pareja que volvía de la
finca, porque se encontró con una cartera cuando sacó el cuerpo del agua. Le
arrancaron con los dientes la sortija que lucía en un dedo y se repartieron un
fajo de billetes. La mujer llamó a su marido para que regresase de América, y
el chasco que sufrieron fue monumental cuando comprobaron que aquel botín no
les impediría seguir siendo pobres.
Los naufragios siempre provocaron un aluvión
de acontecimientos. Incluso los más escabrosos acabaron siendo de dominio
público a través de las conversaciones que se mantenían en las tabernas jugando
la partida. Es lo que aconteció en este caso, y así fueron recogidos por Rafael
Lema en un libro titulado ‘Costa da morte. Un país de sueños y naufragios’,
editado por el Grupo de Acción Costeira 3.
El ‘City of Agra’ era un barco de 4.000
toneladas, tripulado por 71 personas, en el que viajaban dos pasajeros. Había
partido de Liverpool el día 29 de enero del año 1897. El 3 de febrero navegaba
a 35 millas de A Coruña con destino a Calcuta, cuando se levantó un temporal.
Su capitán perdió la referencia del cabo Vilán y acabó embarrancando en A Pedra
do Canesudo, en la ensenada de Arou,
La embarcación partió de inmediato en dos
pedazos y el pánico cundió entre la tripulación, formada por marineros de
nacionalidad india, que trataron de escapar de la muerte trepando por los
palos. Muchos de ellos acabaron destrozados sobre la cubierta.
Otros se subieron a dos botes. Uno fue
destrozado por las olas contras las rocas. El otro se internó en el mar y los
náufragos fueron recogidos por el carbonero inglés ‘Onega’. Algunos alcanzaron
la costa a nado, agarrándose a troncos. Los habitantes de Camelle se la jugaron
para salvar la vida de quienes habían quedado en el pecio. Murieron 39.
La noticia llegó cuatro días después a A
Coruña, y el cónsul británico se hizo cargo de los 42 supervivientes, que
fueron alojados en dos establecimientos.
A los indios los acomodaron en Casa Diego,
mientras que los europeos encontraron aposento en un establecimiento mejor
acondicionado, Casa Cosme, prolongándose la división en función de su clase
social también en una tierra que para todos era extraña.
Uno de los pasajeros del ‘City of Agra’ era
Mister Dunn, que había sido contratado para encargarse de la dirección de una
plantación india de té durante ocho años. El otro se llamaba Mister Jamrach, un
tratante que surtía de fieras a varios zoos europeos y se desplazaba para
cumplir con el encargo que le había hecho el de Londres.
Jamrach era entonces un apellido que
identificaba a un potente emporio, fundado por Jacob Gotthold Jamrach
(1792-1860), al que dio continuidad su hijo Johann Christian Charles Jamrach
(1815-1891). Estaba asentado en los muelles de la capital inglesa, con
oficinas en St-George’s Este.
Mark Twain dejó escrito que P.T. Barnum,
dueño de un circo en Estados Unidos, acordó con Charles Jamrach la compra de 18
elefantes con la condición de que ‘Jumbo’, que se encontraba en el zoo
londinense, figurase entre los proboscidios.
Ante la negativa del vendedor, P.T. Barnum adquirió
una opción de compra sobre la entonces abandonada casa natal de Shakespeare. El
escándalo que provocó en Inglaterra fue monumental. Jamrach se vio presionado
por el Gobierno y tuvo que ceder el paquidermo para que P.T. Barnum renunciase
a la operación urbanística y la vivienda del dramaturgo no cayese en manos
extranjeras.
Charles también se hizo famoso por haberse
enfrentarse a un tigre de Bengala que había escapado de su jaula y se llevó,
presa de sus colmillos, a un niño de ocho años sujeto por su ropa. En una placa
figura que Jamrach agarró por el cuello a la fiera, obligándola a dejar su
presa. «El niño salió indemne y el tigre, dominado, fue devuelto a su jaula»,
puede leerse en un grabado sobre el bronce.
Albert Edward, su hijo, fue el representante
de la tercera generación al frente de la empresa más importante del mundo. Sus
viajes a India y África fueron habituales e hizo donaciones de animales traídos
desde Australia a la Universidad de Oxford y a otras instituciones.
Su hermano William también se dedicaba a esta
actividad, aunque el máximo responsable de la empresa de compra-venta de
animales salvajes cuando se produjo el naufragio era Albert, por lo que Rafael
Lema mantiene que todo apunta en la dirección de que fue la víctima del ‘City
of Agra’.
Siendo así, era el cadáver de Albert Jamrach
el que estaba atrapado entre las rocas y encontró el vecino cuando merodeaba
por la orilla del mar días después de que el ‘City of Agra’ hubiese naufragado,
y su brazo el que le provocó el susto. También el que halló aquella pareja que
creyó haber encontrado una fortuna en su cartera.
Estudioso de la teosofía, el budismo y las
religiones orientales e importador de objetos antiguos y reliquias, de su
dinero no quedó rastro alguno.
La Corona inglesa otorgó condecoraciones y
agradecimientos a quienes participaron en el operativo de salvamento. En
Camelle se conservan las medallas, en las que figura la leyenda ’For gallantry
and humanity. 3 february 1987’.
La campana del barco fue donada a la iglesia
del Espíritu Santo, que entonces era una capilla, y cuando suena se hace
presente de nuevo el recuerdo del ‘City of Agra’ partido en dos pedazos y
hundiéndose en A Pedra do Canesudo.
Es posible que la sortija que arrancaron a
dentelladas del dedo del cadáver de Albert Jamrach esté guardada en un joyero
de cualquier vivienda de Camelle o la luzca algún vecino.
Diario de Pontevedra (17-6-2012)
Diario de Pontevedra (17-6-2012)
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