Aquel joven que comenzó su carrera delictiva pilotando planeadoras entre las bateas y se dejaba fotografiar junto al alcalde de Cambados, Santiago Tirado, en el homenaje que le tributó el Concello por los éxitos conseguidos por el club de fútbol que presidía y financiaba, no quiso saber nada cuando un reportero trató de entablar conversación con él.
El también cambadés Laureano Oubiña Piñeiro, de 65 años, tuvo que esperar hasta el día 25 de septiembre, a las 20.30 horas, para cruzar las puertas del penal de Dueñas (Palencia), poniendo un paréntesis de tres días a algo más de una década entre rejas, que comenzó cuando fue detenido en Grecia después de una rocambolesca huida.
Vestían ropa cómoda y las fugaces imágenes captadas por las cámaras permitieron confirmar una obviedad: Tienen menos pelo y más cintura. Los permisos levantaron ronchas entre algunos colectivos, que advirtieron del riesgo de fuga, pero regresaron a las horas estipuladas.
«Es cierto que existe cierto riesgo de mal uso del permiso, que cometió el último delito cuando se encontraba en libertad condicional y que faltan siete años hasta la extinción de la condena», admitió la jueza ponente del auto, Manuela Fernández sobre Sito Miñanco. Preparación.
«Es cierto que el interno tiene causas pendientes de tramitación, pero los hechos datan del año 2000, y es fácil deducir que si se procediese a su enjuiciamiento ya habría licenciado las causas que actualmente cumple», argumentó en su informe sobre Laureano Oubiña José Luis Castro.
Tal como había expuesto el Tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Nacional, presidido por Gómez Bermúdez, Castro sostuvo que «cabe empezar a prepararle para la vida en libertad». Son dos ciudadanos en prácticas cuyos pasos fueron seguidos por diversos medios, y volverán a ser sometidos a una estrecha vigilancia cuando salgan de nuevo de permiso.
Aunque ambos nacieron en Cambados, en el seno de familias humildes, y se internaron en el mundo de la delincuencia a través del contrabando y al narcotráfico en la década de los años 80, logrando organizar y liderar potentes organizaciones con ramificaciones internacionales, sus perfiles son notablemente diferentes.
Sito Miñanco dejó los libros a la edad de 15 años y es un prototipo de un cambadés de mar, que antes de dedicarse al contrabando ya había probado suerte en este medio como mariscador furtivo.
El expediente académico de Oubiña es igual de breve, pero es un hombre de tierra que se ganaba la vida como tratante y transportista de ganado, desplegando su actividad en municipios situados en el interior de la provincia de Pontevedra hasta que decidió tomar el atajo del delito.
La afición por el fútbol es una de las señas de identidad de Sito Miñanco. En su empeño por llevar a lo más alto al Juventud Cambados financió este club hasta que logró el ascenso a Segunda División B. Lo hizo siendo presidente y también cuando se vio obligado a dejar el cargo a un colaborador suyo, funcionario judicial, al sentirse acosado por la policía. El fútbol.
Llevó a la plantilla a Venezuela y Panamá, donde ya contaba entonces con contactos en los altos niveles de la delincuencia internacional, para festejar los éxitos. Hasta llegó a plantear a un colaborador de una cadena de radio que retransmitiese los partidos para Cambados, sin percatarse de que el dinero no lo puede todo.
La huella de Oubiña en este apartado es mínima y se limita a la ayuda que prestaba a equipos de fútbol o baloncesto de alguna parroquia, como podía hacerlo a comisiones de fiestas, como atestiguan los carteles enmarcados que se encontraban en el Pazo Baión antes de que Condes de Albarei se hiciese cargo de la que fue su propiedad más emblemática.
Mientras Oubiña alardeaba de poderío económico con adquisiciones como la del pazo, Sito Miñanco se dejaba ver por Cambados, en sus buenos tiempos, al volante de potentes vehículos como un Ferrari Testarrosa o un Toyota Supra.
Miñanco gustaba de vestir trajes de color claro, similares a los utilizados por los terratenientes sudamericanos, mientras que la indumentaria nunca constituyó una preocupación para Oubiña.
La proyección social fue bien diferente, porque Sito Miñanco quiso sentirse querido en su pueblo y lo logró usando el fútbol, hasta tal punto que fue recibido como un mito en la Casa Consistorial. Quienes promovieron aquel acto, hoy evitan hablar de él.
En la cresta de la ola, logró que Isabel Pantoja aceptase su invitación para cenar con él en un restaurante de Cambados después de que la tonadillera actuase en Pontevedra. Sucedió en abril del año 1986. Era un cliente habitual del Casino de A Toxa.
Laureano Oubiña se ganó fama de arisco y pendenciero, y uno de sus golpes de efecto mediáticos fue el que protagonizó al presentarse calzado con unos zuecos a una de sus comparecencias judiciales en Madrid. Otro capítulo no menos impactante de su historial lo constituye una huida que lo llevó por varios países europeos hasta que lo arrestaron en Grecia.
Con Oubiña se vieron implicados en sus fechorías su esposa, fallecida, Esther Lago, y el hijastro de ambos, David Pérez, y es recordada la respuesta que dio al presidente del Tribunal que lo juzgada cuando dijo que era su esposa quien le administraba el dinero, hasta tal punto que tenía que pedirle 1.000 pesetas (seis euros) para compartir una botella de albariño con sus amigos. El blanqueo.
Sito Miñanco evitó que la mancha se extendiese, aunque solo aparentemente, porque cuando finalicen las condenas, que cumplen, ambos, y algunos de sus familiares, deberán dar explicaciones relativas a la fortuna que amasaron. Les aguardan causas abiertas por blanqueo de capitales.
La historia no finaliza. Solo acaba un capítulo.
Diario de Pontevedra (9-10-2011)
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