Vioque, aprendiz de capo con toga

Si hubieran cristalizado las gestiones realizadas en la década de los ochenta, narcotraficantes y contrabandistas gallegos hubieran constituido una organización similar a la Cosa Nostra.

Se trataba de articular un órgano encargado de precisar las áreas de actividad de cada grupo y solventar los problemas que pudieran producirse entre sus miembros. La idea había partido de un personaje con gran ascendencia en el gremio: Pablo Vioque Izquierdo.

Una España en crisis económica que salía de la dictadura era sometida a un profundo cambio y el poder tenía otras prioridades, como combatir el terrorismo. Los negocios iban viento en popa.

Sin embargo, los recelos, la represión y las declaraciones de dos arrepentidos, Ricardo Portabales y Manuel Vázquez Padín, hicieron fracasar el proyecto.

Nacido en 1953 en Cáceres, se presentó en Vilagarcía en 1975 con el título de abogado debajo del brazo después de haber sido profesor agregado en la Universidad de Murcia, adonde se había desplazado para estudiar la carrera.

El joven y brillante letrado jugó en el equipo de balonmano de Carril y fue secretario de la Federación de Empresarios de la Comarca de Arousa. Los contrabandistas necesitaban que alguien les asesorase para poner a buen recaudo el dinero. Ese profesional era Vioque, al que empezaban a conocer como Don Pablo.

Se le atribuye un intento de soborno a una traductora para que cambiase una declaración de varios contrabandistas griegos y a una intervención ante el juez Rodriguez Hermida que permitió al mafioso Antonio Bardellino y a Oubiña abandonar la prisión.

También medió en la compra del Pazo Baión por Laureano Oubiña, quitándose así un lastre de encima al haberlo adquirido, formando parte de una sociedad, para poner en marcha un negocio que había resultado ruinoso.

Suyo es el protagonismo en la compra y venta de parcelas de marisqueo en Carril, que acabaron en manos individuos relacionados con el narcotráfico, y no permaneció al margen de la política.

Había conseguido la plaza de secretario de al Cámara de Comercio de Vilagarcía, marcaba la agenda a los presidentes y se hizo con el control de Alianza Popular de Vilagarcía. Pablo Vioque Izquierdo fue el artífice de la entrada masiva de contrabandistas en el partido. Cuando en Alianza Popular se percataron del riesgo, le cerraron el camino.

El siguiente paso fue subirse a lomos de Coalición Galega. En el ámbito municipal, auspiciaba en una candidatura con la que lograba vengarse de su antiguo partido (ahora, PP) y desbancar de la Alcaldía José Luis Rivera en 1991.

Pero es imposible engañar a todos siempre. Luis Falcón -conocido entonces con el apelativo de Falconetti y propietario hoy de una inmobiliaria-, entraba en prisión en 1988 por su relación con un alijo de una tonelada de hachís incautada en Hondarribia. Después de seis años entre barrotes, este hombre, que se sentía estafado, fue el primero que lo vinculó con el narcotráfico.

Y su estrella comenzó a perder brillo el 17 de marzo de 1992, cuando el tesorero de la Cámara de Comercio, José Manuel Vilas, caía abatido por dos balazos en Benavente (Zamora). A su lado se encontraba el vicepresidente, Luis Jueguen, que salió ileso.

Las primeras investigaciones ponían de relieve que los autores del crimen habían sido unos sicarios colombianos, y el sentido común decía que el origen del asesinato no estaba relacionado con los negocios legales de ambos. Todos los indicios a apuntaban el la misma dirección: el narcotráfico. Tuvo que correr el tiempo para que los acontecimientos recompusiesen el puzzle.

Estamos en 1995. Con el ambiente más enrarecido que nunca, el presidente de la Cámara, José Vilas, le pide que deje la secretaría. Vioque fuerza su cese. En julio, la Xunta interviene esta institución, que inició una nueva etapa.

El letrado tenía una cuenta pendiente, y se encargaron de pasar le la factura Manuel Vázquez Vázquez y Juan Carlos Sotelo Martínez ‘Os Piturros’, que habían participado en una operación para introducir 1.900 kilos de cocaína, en el barco ‘Dobell’ en compañía de Pablo Vioque.

Un naufragio, frente a Cedeira (A Coruña), había provocado la pérdida de una parte. Quedaban 500 kilos. Había devuelto 300 a sus propietarios, un grupo de colombianos, y se quedó con 200. De ellos, en 1991 incautaban 15 en Valencia y 30 en Madrid. Su avaricia resultó fatal y explica el crimen que había tenido lugar frente a la entrada del Parador de Turismo de Benavente.

Parecía haber logrado esquivar la responsabilidad judicial, hasta que Os Piturros lograron que el juez Baltasar Garzón escuchase su denuncia, tras haberlo intentado sin éxito ante su colega Gómez de Liaño.

Le impusieron 18 años de prisión, mientras que el Tribunal Supremo anulaba otra condena, de 15 años, relacionada con un alijo transportado desde Argentina 1.800 kilos de cocaína en la Operación Más Madera.

Entre rejas escribió el penúltimo capítulo de su historia delictiva. Vioque tramaba el asesinato del fiscal Antidroga, Javier Zaragoza, y en su lista también figuraban sus dos abogados y Os Piturros. Pero el aprendiz de capo con toga encargaba el trabajo a un soplón de la Guardia Civil, y le cayeron otros siete años y medio años de presidio.

Aunque tendría que haber permanecido a la sombra hasta 2020, eludió la cárcel al sufrir un cáncer. El informe forense del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria precisaba, en junio de 2007, que “le queda poco tiempo de vida tras sufrir una matástasis hepática”. Desde entonces, vive en Cáceres.

Diario de Pontevedra (23-11-2008)

crónicas salvajes
6/17/2011
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