Los cerdos disponen de un gran poder destructivo en el hocico. Los gorrinos que se crÃan en cautividad horadan el suelo de las cuadras hasta construir túneles.
Para reprimir su Ãmpetu exploratorio se utiliza un método que consiste en colocarle un alambre en los morros, de manera que cuando tratan de dar rienda suelta a su impulso, el dolor les hace abandonar la idea. En algunas comarcas de Galicia usan la expresión ‘vincar o porco’ para referirse a esta práctica.
No hay noticias de que al curricho de ‘Los Romualdos’ le hubiesen colocado el vinco y tampoco hay constancia de que le hubiesen realizado la autopsia para determinar las causas de su muerte, que varios medios de comunicación atribuyeron a una sobredosis de hachÃs.
Este episodio se habrÃa producido durante los primeros años de la década anterior en Carril (VilagarcÃa). ‘Los Romualdos’, un clan cuyo potencial económico en nada podrÃa compararse con el de los narcotraficantes de la comarca, se vieron en un apuro y optaron por guardar un cargamento en la cuadra, convencidos de que a las fuerzas de seguridad no se les pasarÃa por la cabeza buscarlo en semejante lugar.
Pero no se plantearon una variable: que podrÃan ser detenidos; y esto es lo que sucedió. Es posible que no hubiesen comentado con el resto de la familia donde estaba el escondrijo, y el gorrino acabó metiendo los morros en aquel bulto que desprendÃa un olor tan caracterÃstico y diferente del habitual.
El cucho debió haberse pegado una buena panzada para que le provocase la muerte, convirtiéndose asà en el primer cerdo fallecido por sobredosis de una droga que los especialistas no consideran mortal, por más que con un porro se encienda otro, sin haber tenido en cuenta que además de fumarse también se podÃa comer.
“Éste fue un tema del que se habló mucho y con el que se hizo bastante cachondeo”, recuerda un vecino que está al frente de un establecimiento público, lo que le permite pulsar la opinión de vecindario. “Muchos creyeron que fue verdad y yo también, aunque bueno…”, agrega dejando en el aire una sombra de duda.
Por aquella época, en la que el dinero sucio circulaba a raudales, otro episodio que acaparó titulares fue el hallazgo de una importante suma de dinero en las tuberÃas del alcantarillado. La cantidad no llegó a ser desvelada, pero quienes siguieron de cerca este suceso coincidieron en apuntar que se trataba de varios millones de pesetas (miles de euros).
El descubrimiento lo realizaron los operarios encargados del mantenimiento de la concesión del servicio de alcantarillado y abastecimiento de agua, cuando acudieron a reparar un atasco que se habÃa producido en la plaza de Ravella (VilagarcÃa), muy cerca de la Casa Consistorial.
Denunciado este hecho, entre los componentes del Cuerpo Nacional de PolicÃa enseguida apuntaron en la misma dirección: un agente del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), muy conocido en la ciudad por sus amistades con elementos como Sito Miñanco o Danielito Carballo, que fue asesinado de un tiro cuando se encontraba en el Pub Museo de la ciudad arousana, motivo por el que estaba siendo sometido a vigilancia.
La tesis que circulaba entonces señalaba que su ventajosa posición le permitió disponer de contactos que le advirtieron de que estaba próximo un registro de su vivienda, y para evitar problemas optó por una solución radical: tirar cientos de billetes por el retrete. La fortuna se alió con este elemento, que acabarÃa siendo expulsado del SVA, porque el agua los alejó de las canalizaciones de su piso y de las bajantes, para desembocar en la conducción general, impidiendo determinar el punto de partida de un dinero tan sucio y maloliente como el hachÃs de Carril, pero igual de efectivo para comprar viviendas o vehÃculos.
La fortuna, entendida como la descoordinación entre los distintos cuerpos que luchan en la erradicación del tráfico de drogas, se convirtió en un aliado de uno de los nombres propios de mayor impacto mediático de este mundillo: Laureano Oubiña Piñeiro.
El Servicio de Vigilancia Aduanera estaba buscándolo para detenerlo en relación con un alijo, sin lograr su propósito, cuando hubiera sido suficiente con que los agentes se acercasen a la sede de la ComisarÃa del Cuerpo Nacional de PolicÃa de VilagarcÃa, situada entonces en la calle Castelao, donde acudÃa cada quince dÃas el cambadés, porque se encontraba en libertad vigilada.
El 1 de octubre de 1999 lo hizo para firmar en las dependencias policiales, y después se fue a comer a un restaurante de Dena.
Cuando se disponÃa a compartir el ágape con dos amigos, suena su teléfono móvil y le advierten de que el SVA acaba de arrestar a su hijastro, David Pérez Lago. Su esposa, Esther Lago, que acudió a Aduanas para interesarse por su hijo, también era detenida y fallecÃa años después en un accidente de tráfico.
Lo que fue calificado como el mayor gatillazo policial de la lucha contra el narcotráfico, se convirtió en el inicio de un largo periplo de Oubiña por varios paÃses europeos hasta que fue detenido en el restaurante de hotel de Atenas (Grecia), donde estaba hospedado, y extraditado a España. CorrÃa le año 2000.
El recorrido habÃa comenzado unos dÃas después de la detención de su esposa e hijastro, cuando supo que habÃa sido condenado a cuatro años de prisión por un alijo de hachÃs incautado en Martorell (Barcelona).
Mientras su rostro podÃa verseen las fotos pegadas en las paredes de las comisarÃas españolas, el cambadés tuvo la oportunidad de comprobar que la fama que tenÃa en Galicia no trascendÃa más allá del Padornelo y A Canda y, mucho menos al otro lado de los Pirineos.
Se percató de tal circunstancia en una cafeterÃa situada cerca del edificio que alberga el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, a la que acudió asiduamente a tomar uno vino.
Allà se encontró con varios representantes de la soberanÃa española, que no se percataron de que tenÃan al lado uno de los prófugos más famosos de la época, a pesar de que no se habÃa afeitado la barba ni usaba peluca para pasar inadvertido, como llegó a comentarse.
Diario de Pontevedra (1-02-2009)
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