El último tiro de Tucho Ferreiro


Lo habían detenido en octubre por haber intentado secuestrar a Rafael Bugallo Martínez, ‘O Mulo’, en compañía de un compinche. Anunció en la cárcel que cuando recuperase la libertad ajustaría cuentas con más de un vecino, y once días después de salir a la calle cumplió su amenaza.

El 3 de enero de 2003, Antonio Chantada García, ‘Tucho Ferreiro’, disparaba a bocajarro a Danielito Carballo y a Juan José Agra. El primero fallecía en un hospital de Pamplona y el segundo lo hacía enel acto.

Se cargaría a O Mulo, de haberlo encontrado, pero no estaba donde esperaba verlo, y puso fin a la sangría suicidándose.

Conocido como el crimen del Pub Museo de Vilagarcía, este episodio supuso la apertura de un nuevo tiempo en el mundo del narcotráfico: una generación de jóvenes sin escrúpulos, imprevisibles, armados, consumidores de drogas y con mucha prisa por hacerse ricos, cogía el relevo de otra que había dado el salto del contrabando de tabaco.

Los tiempos en que los capos trataban de aparecer como hombres buenos habían pasado.

Con 26 años, cocainómano, un carácter violento y perfiles paranoicos, Tucho Ferreiro se sentía traicionado. Dos eran los motivos: el dinero que le adeudaban y el desengaño amoroso, porque su compañera se había liado con Danielito Carballo mientras él permanecía entre barrotes.

En la recta final de las fiestas navideñas, cena en la Churrasquería A Plaza, de Vilagarcía, un establecimiento situado cerca de la parcela donde, años después se ubicarían las dependencias policiales y judiciales.

A continuación, se desplaza en un vehículo hasta la Avenida de A Mariña para aparcar en las proximidades del Pub O Museo, un local de reciente apertura en un edificio noble y de moda.

Danielito Carballo llega con 33 años y un historial en el que figura su detención en la Operación Nécora, derivada de sus relaciones con el narcotraficante cambadés Sito Miñanco, acompañado de Rosalindo Aido, de 40, y dos chicas.

Las manecillas del reloj marcaban las 21.30 horas. Momentos después se unía a grupo otra pareja. Se acomodan en torno a una mesa situada frente a la puerta.

Como una fiera agazapada, Tucho Ferreiro los observa. Coge la escopeta del calibre 38 de fabricación brasileña en el coche, la oculta debajo de la cazadora y se dirige al pub.

Entra con el arma en la mano, localiza de inmediato a su víctima, le pone la boca de los cañones a menos de un metro de la cabeza y dispara. Salta la sangre y se hace el silencio por unos segundos, antesala de los gritos y el desconcierto. Había transcurrido un cuarto de hora de animada charla cuando sonó el primer fogonazo.

Rosalindo Aido se gira y trata de huir aprovechando la confusión. Tucho Ferreiro levanta de nuevo la escopeta, pero el disparo no es tan preciso: le da en un hombro.

Cumplida la primera parte del plan, huye del lugar, sube al coche y pone rumbo a Cambados. Al llegar al lugar de Corvillón, se desvía por un vial estrecho para dirigirse a la Pizzería Paumar, que ocupa el bajo de una vivienda unifamiliar situada en un núcleo de carácter rural escasamente iluminado.

Aparca enfrente, agarra de nuevo la escopeta, que se encuentra en el asiento del acompañante, y entra.

Sin mediar palabra, dispara sobre su propietario, Juan José Agra, de 41 años, que había cumplido condena en Suiza por narcotráfico. Una hija de tres años observa aterrorizada la escena. Las manecillas del reloj marcanlas 22 horas.

Se pone de nuevo al volante, enfila por una carretera estrecha y de curvas pronunciadas y desemboca en Cambados. El recorrido acaba en la Rúa Albariño.

Todo estaba saliendo según el plan que había tramado y llega el momento de ejecutar la tercera parte.

El destino es el Pub Noel, donde espera encontrarse con otro viejo conocido: Rafael Bugallo, ‘O Mulo’. Entra, echa una ojeada, y comprueba que no está la persona a la que tenía reservada una bala.

El individuo al que había llevado a las inmediaciones del cementerio de Caldas de Reis, con la intención de liquidarlo, había escapado entonces a través del monte después de morderle en una mano y volvía a esquivar el encuentro fatal.

Fuera de sí, abandonaba el establecimiento ante la mirada atónita de los clientes, que apenas habían tenido tiempo para sobreponerse de la sorpresa cuando escucharon una detonación.

Era el último tiro de Tucho Ferreiro, que se suicidaba el interior de un Opel Kadett situado cerca de la oficina de Correos de Cambados, poniendo fin a su macabro recorrido.

Mientras protagonizaba su alocado recorrido nocturno, a Rosalindo Aído lo trasladaban a la Casa do Mar de Vilagarcía. Danielito Carballo era atendido en el Hospital Provincial antes de ser trasladado al Xeral de Vigo. Los médicos diagnosticaban un estado de coma profundo.

Después de varios días se presentaba en Vigo un equipo de la Clínica Universitaria de Pamplona, cuya intervención había solicitado su familia.

Su informe no varía del redactado por los profesionales del Xeral. A pesar de las evidencias, la familia consigue que lo lleven a Pamplona, donde muere el 10 de marzo.

El 11 estrena el anexo del cementerio de Caleiro (Vilanova). Entre los asistentes al funeral se encuentra O Mulo, que se encarama a los titulares de los medios de comunicación quince años después, al ser detenido como presunto organizador de una operación para desembarcar 3.500 kilos de cocaína.

Durante la madrugada del día 15 de agosto del año 2009, una planeadora era pasto de las llamas en A Lanzada. Durante las jornadas siguientes, el mar sorprendía a los bañistas esparciendo paquetes de droga por las playas entre Cabo Silleiro y O Grove.

Diario de Pontevedra (7-12-2008)

crónicas salvajes
1/29/2011
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