Los caminos del agua




Fue necesario que transcurriesen más de 18 siglos para que dos localidades que se encontraban en el mismo itinerario (la Vía Romana XIX) y cuya vida económica y social tiene en el agua uno de sus ejes centrales, se encontrasen. El motivo que lo hizo posible no es otro que uno de los programas promovidos por la Unión Europea para fomentar los intercambios. En 2013 se produjo el hermanamiento entre dos poblaciones que poco o nada sabían una de la otra, a pesar de estar separadas solo por 179 kilómetros: Caldas de Vizela, en Portugal, y Caldas de Reis, en Galicia.

Roma dejó impresa su huella en las dos localidades. En Caldas de Vizela, cuando era Oculis Calidarum, el emperador César Domiciano mandó edificar un complejo de baños públicos. Actualmente, en este municipio hay alrededor de medio centenar de manantiales y tres balnearios en los que la actividad sufrió los mismos altibajos que los registrados en otros establecimientos de las mismas características en las más diversas latitudes. Aquis Celenis (Caldas de Reis) era un enclave al que los romanos dieron la categoría de ‘municipium’, y también en esta localidad explotaron el termalismo. 

A Burga, Caldas de Reis

A Burga es hoy uno de los lugares de referencia, al que acuden los peregrinos, o al pilón del agua caliente, donde meten los pies para relajarse tras la caminata en su recorrido por el Camiño Portugués a Santiago, que también pasa por Caldas de Vizela, donde la Bica Quente es su punto neurálgico. Se encuentra en la Praça da República, donde los vecinos conversan sentados en las bancadas situadas a su alrededor y asisten a las actividades lúdicas y culturales.

Fue construida en el año 1787, para señalizar el lugar donde se encontraron los primeros vestigios de la ocupación romana. «Quem meter o dedo nesta bica, ficará para sempre prisioneiro de Vizela», advierte a los visitantes una inscripción. El agua que cae del cielo se interna en la tierra, circula por el subsuelo, alcanza temperaturas superiores a cincuenta grados, se mineraliza y brota dotada de propiedades salutíferas.

Así, es recomendada para curar afecciones respiratorias, reumáticas y de la piel en Caldas de Vizela y en Caldas de Reis, que a lo largo de los últimos siglos fueron los destinos de enfermos en busca de un remedio para sus males y también de otros visitantes, de aquellos que se sintieron atraídos por tranquilidad del entorno, los veraneantes o agüistas, cuando las playas aún no se habían convertido en el polo de atracción del turismo, un término que entonces no existía.

Rua Abilio Torres de Caldas de Vizela

Los palacetes de la Rúa Abilio Torres y el Casino evocan los años dorados del termalismo y de la presencia de la burguesía portuguesa y procedente de Brasil e Inglaterra, que buscaban entornos bucólicos que contribuyesen a su sanación, porque eran el complemento perfecto de los tratamientos con aguas mineromedicinales, y esta necesidad fue resuelta, con la construcción de parques y jardines.

El de Caldas de Vizela se encuentra situado en uno de los márgenes del río del mismo nombre, su extensión es de 7,5 hectáreas y fue construido entre los años 1885 y 1886 por el floricultor José M. Loureiro y el jardinero y paisajista Jerónimo M. Costa.

Es el pulmón verde de una localidad cuyo aire no contaminan las industrias y tampoco el río, porque las factorías textiles y las dedicadas a la fabricación de papel y calzado son pasado. Solo quedan las estructuras y la vida fluvial se recuperó al cesar la actividad.

Monumentales secuoyas, cedros, eucaliptos, plátanos, cipreses, araucarias y magnolios crecen en un entorno fresco y sombrío, cuyo suelo está cubierto por la vegetación. Instalaciones deportivas y establecimientos de hostelería dan respuesta a la demanda y su estética contrasta con la de un palco que, tiempo atrás, ocupaban las orquestas que protagonizaban las veladas en las que damas y caballeros compartían bailes y confidencias.

Jardín de Caldas de Vizela

«Todos los pueblos civilizados han tenido siempre un justo homenaje a las galas que ostenta la naturaleza, p r o c u r a n d o reunir en amigable comercio los dones que nos presenta aislados el Criador para gozar en un solo instante de todos sus encantos», argumentaba el director de la Escuela Provincial de Agricultura, Francisco Alcaraz, en el proyecto de construcción del parque y jardín de Caldas de Reis. Corría el año 1884.

El alcalde, Antonio Román López, adquirió los terrenos destinados a hacer realidad la iniciativa, situados cerca del río Umia. Ocho años después eran plantados los primeros árboles y arbustos, y actualmente son más de medio centenar los que crecen en este lugar.

Como no podía ser de otro modo, tratándose de una población donde el influjo de Roma quedó impreso con rotundidad, en el patrimonio arquitectónico de Caldas de Vizela hay un elemento definitorio: los puentes. Cierto es que en el que actualmente sigue denominándose Puente Romano, y fue declarado Monumento Nacional en el año 1919, quedan escasos vestigios de aquella época, solo algunas piedras que fueron utilizadas en las diversas reconstrucciones de las que fue objeto.

Con 40 metros de largo y 3,5 de ancho, se asienta sobre tres arcos redondos de diferentes dimensiones y separados por pilares y está situado en el itinerario de la Vía XIX que unía Bracara Augusta (Braga) con Astúrica Augusta (Astorga), muy cerca de los restos de antiguas fábricas de los que sobresalen sus chimeneas.

Puente romano sobre el Río Bermaña, en Caldas de Reis

También en Caldas de Reis quedaron ejemplos de la arquitectura romana para salvar los cauces fluviales, como la calzada del puente de tres arcos de medio punto sobre el río Bermaña, donde desemboca la Rúa Real, la vía por la que caminan los peregrinos desde hace siglos con destino a Compostela, como el mecenas florentino de las artes y las ciencias Cosme de Médici, allá por el siglo XVII.

Como sucedió con el viaducto de Caldas de Vizela, el que se encuentra en Segade de Arriba, también fue reformado, pero las piedras que pisa el caminante que lo cruza son las mismas que fueron asentadas hace más de 18 siglos. En este punto, el río Umia se aproxima a uno de sus parajes de Caldas de Reis, y lo mismo sucede en Caldas de Vizela.

El punto de partida se encuentra en Zona Ribeirinha, es circular, y surca terrenos agrícolas y lugares en los que crecen especies vegetales y árboles y abundan las aves. Roma y el agua sirven de pautas para realizar una excursión a través del espacio, y un recorrido imaginario en el tiempo, por dos localidades que tienen muchas características en común, entre las que figura un apunte gastronómico.

En la Rua Abilio Torres está la Casa do Pão de Ló Delícia. María José Ribeiro y Joaquim Lopes elaboran un dulce que es un sinónimo de Caldas de Vizela, el Bolinhol, con tres ingredientes, huevo, harina y azúcar, siguiendo una tradición que comenzó Joaquina Pedrosa, en 1880. Igual de identificativo es en Caldas de Reis otro producto alimenticio, el pan de manteca. 

Bica de auga quente de Caldas de Vizela



Nómadas
4/20/2021
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